¿Cómo vivir la Espiritualidad de la Cuaresma?
¿Qué es la espiritualidad?
La espiritualidad cristiana es el modo como nosotros los
creyentes en la persona de Jesús vivimos nuestra fe en “Aquel que nos amó y se
entregó por nosotros” (Ef 5, 2). No se trata de hacer cosas para salvarnos,
sino del cómo las hacemos, por amor, porque hemos sido justificados, es decir,
nuestros pecados han sido perdonados y hemos recibido el Espíritu Santo, cuya
obra es hacer que el mundo crea en Jesús, para que creyendo se salve. Pablo nos
dice: “En efecto, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios
son hijos de Dios. Y vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos para
recaer en el temor; antes bien, habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos
que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!” (Rom 8, 14s).
La fuente de la “Espiritualidad
cristiana” es el “Encuentro con Jesús en la fe”. Ha habido encuentro ahí. Donde
nos dejamos encontrar por Jesús, o cuando vamos a él con un corazón contrito y
arrepentido para confesar nuestros
pecados y recibir su paz, su amor, su perdón. En el Encuentro, con Jesús deja
en el hombre una presencia nueva a la que llamamos “Esperanza”. Esta no un
algo, no es una cosa, es un alguien, es una persona que llamamos Espíritu
Santo. Esta Esperanza guía a los hijos de Dios. A partir del Encuentro con
Cristo, la oración, la Palabra, a Eucaristía y otros sacramentos son también
fuente de espiritualidad.
Tres cosas brotan de la
espiritualidad cristiana y son a la vez columnas de la espiritualidad
cristiana: “El corazón limpio”, “la fe sincera” y la conciencia recta” (1 Tim
1, 5). De esta triada bendita nace y crece el “Amor” a Dios y al prójimo. El
amor espiritual es la esencia de la espiritualidad cristiana. Sin amor
espiritual nuestra espiritualidad quedaría vacía y nuestra fe será
estéril. Este clase de amor, es el que
el Señor Jesús ha derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo para
guíe nuestra vida (cf Rom 5, 5). Para que entendamos que “la espiritualidad
cristiana” corresponde a una “vida iluminada y conducida por el Espíritu Santo
de Dios”.
¿Qué es la Cuaresma?
La cuaresma que iniciamos con el miércoles de ceniza, es el
inicio de una “Peregrinación” que tiene como destino la " la semana santa" que nos introduce en la “Pascua del Señor
Jesús”. Es un tiempo litúrgico dedicado a Dios, en el cual el “protagonista es
Jesús” que nos invita a subir con él a Jerusalén para celebrar la Pascua: su muerte y resurrección. La cuaresma es
un tiempo fuerte que el católico dedica a Dios para acompañar a Jesús a lo
largo de sus cuarenta días en el desierto como tiempo de preparación para
realizar la obra del Padre.
¿Cómo se vive la espiritualidad de la
Cuaresma?
La espiritualidad de la Cuaresma pide dejarse conducir por el
Espíritu Santo al desierto, el lugar de la victoria de Dios. El lugar donde
habitan los demonios a quienes hemos de desenmascarar, vencer y atar para poder
servirle al Señor de la Gloria. En el desierto espiritual pasamos días y noches
de oración silenciosa y contemplativa; escucha atenta de la Palabra de Dios; es
un tiempo fuerte para buscar la purificación del corazón y la reconciliación
con Dios y con los demás. La Cuaresma pide compartir lo que somos con los demás
y practicar las obras de misericordia, llamadas también obras de piedad: El
ayuno, la oración y la misericordia.
¿Qué nos propone la
Escritura para la Cuaresma?
a)
Convertíos. “Eliminad la levadura vieja, para ser masa nueva, pues todavía sois
ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que,
celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e
inmoralidad, sino con ázimos de sinceridad y verdad” (1Cor 5,8).
b)
Renovaos. “En cuanto a vuestra vida anterior, despojaos del hombre viejo, que
se corrompe dejándose seducir por deseos rastreros, renovad vuestra mente
espiritual, y revestíos del Hombre Nuevo, creado según Dios, que se manifiesta
en una vida justa y en la verdad santa” (Ef 4, 22-24).
c) Despojaos. “Tened en cuenta el momento en que vivís e id pensando en espabilaros
del sueño, pues la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la
fe. La noche está avanzada; el día se acerca. Despojémonos, pues, de las obras
de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Vivamos con decoro,
como en pleno día: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y
desenfrenos; nada de rivalidades y envidias” (Rom 13, 11- 13).
d)
Revestíos.
Revestíos más bien del Señor Jesucristo,
y no andéis tratando de satisfacer las malas inclinaciones de la naturaleza
humana (Rom 13, 14). “Así que, como
elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia, de
bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros y
perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os
perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del
amor, que es el broche de la perfección. Que la paz de Cristo reine en vuestros
corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo cuerpo. Y sed
agradecidos”. (Col 3, 12ss).
e) Fortaleceos. Por lo demás, fortaleceos por medio del Señor, de su fuerza poderosa. Revestíos
de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque
nuestra lucha no va dirigida contra simples seres humanos, sino contra los
principados, las potestades, los dominadores de este mundo tenebroso y los
espíritus del mal que están en el aire. Por eso, tomad las armas de Dios, para
que podáis resistir en el día funesto; y manteneros firmes después de haber
vencido todo. (Ef 6, 10- 13)
f)
Seguir a Jesús. “Decía a todos: «Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque quien
quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la
salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo
se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras,
también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en
la de su Padre y en la de los santos ángeles (Lc 9. 23- 26).
La
Cuaresma es un tiempo de lucha.
Las armas para luchar
contra el Maligno o nuestro Ego, son la Oración, la Palabra, el Ayuno y las
Virtudes cristianas, ¿Cómo saber si al final de la Cuaresma somos vencedores? Sin
esfuerzos no hay renuncias y sin renuncias no hay sacrificios, seguimos
viviendo para el pecado, no ha habido victoria. ¿Cuándo hay victoria? Cuando
ayudados por la Gracia de Dios, abrazamos la cruz con amor, caminando con
Jesús, dándole muerte al “hombre viejo”, renunciando a la vida según la carne;
a una vida mundana, pagana, vida de pecado; conducida por los criterios
mundanos.
La señal de la victoria
es el “amor a Cristo”. Y por amor queremos estar con él en su Pascua: “En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra
y muere, allí queda, él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su
vida, la perderá; pero el que odia su vida en este mundo la guardará para una
vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará
también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará (Jn 12, 24-
26).
“Porque si hemos sido injertados en él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección semejante. Sabemos así que
nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruida
nuestra naturaleza transgresora y dejáramos de ser esclavos del pecado. Pues el
que está muerto queda libre del pecado. Y si hemos muerto con Cristo viviremos
también con él” (Cf Rom 6, 5- 8)
“Además, los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus
pasiones y sus apetencias. Si vivimos
por el Espíritu, sigamos también al Espíritu. No seamos vanidosos,
provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente” (Gál 5,
24-26).
Esforcémonos, con la
ayuda de Dios, por entrar en la Pascua
de Jesús: Morir con él para resucitar con él a una nueva vida. La vida de los
hijos de Dios.
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